lunes, 8 de octubre de 2007

Dulce embustera...



Pasó anoche, mientras trataba de conciliar el sueño que se me hace esquivo desde que me cambié a la calle de los plátanos orientales por excelencia y tengo que lidiar con la insoportable alergia a la primavera y sus derivados llenos de comezón, congestión, hinchazón....y todo aquello desagradable terminado en "ón".



Estaba mirando el techo de mi pieza, haciendo el amague de contar ovejas, cuando me di cuenta de lo que significaba realmente el "drama de la primavera" del que me hablaba el conserje de mi edificio hace unas semanas.





Paso a explicar...





Desde que Pepe Le Pu y su insoportable obsesión con el amor nos convencieron de que la estación de las flores debe ser sinónimo de paseos por plazas llenas, helados y películas lacrimógenas, han condenado a los solteros a hostigarse del sentimiento en cuanto aparecen los primeros rayos de sol. El sabio que cuida mi edificio lo entendía como una obligación impuesta por los cursis del mundo, una que no estaba dispuesto a acatar. ¡No tenía necesidad encontrar con quien compartir los atardeceres a la fuerza! Por lo demás, el amor estaba en invierno mucho más que en primavera ( frase textual: " Cuando más necesidad de abrigo tiene la gente, más fácil encuentra pareja." Lo dijo él!)





Después de una larga conversación llena de camadería y amistad llegamos con el bajito de gorra azul, manos regordetas y nariz aguileña a la conclusión de que nada ni nadie nos presionaría. Una vez sellado el trato con dos fumadas a su belmont rojo subí feliz a mi casa.

Desde hace unos días que mi nana sale a comprar pan bastante lejos, anda suspirosa y llega de cada salida con una flor...





Acuso traición.





Estoy en el café de la esquina, ese con mesones de madera y el suelo igual a un tablero de ajedrez. Vestido a rayas, clavel rojo en la solapa. Me siento como un personaje de novelita rosa más, hasta el pelo me ha acompañado esta vez y un tímido bucle cae por mi espalda. En la mesa de al lado dos pololos se dan la mano y se miran intensamente, parece que juegan al juego de quien pestañea primero, de otro modo no me explico que puedan sostener la mirada tanto rato...





Creo que estoy sonriendo...¿Será la maldita primavera?