
Se sentía un sex simbol. Tenía esa actitud de rock star falsa que a nadie convence. Llegar a un lugar, mirar a lo lejos como si buscara a alguien, saludar a distancia a algún amigo imaginario y luego caminar con paso seguro y arremeter contra la primera mujer que ve.
Tenía el tostado de quienes en invierno esquían y en verano van al balneario de moda, pero que jamás dejan de estar bronceados. El pelo con la clásica “pichanguera” de moda y la sonrisa perfecta que demostraba años de adolescencia bajo el yugo de los frenillos.
Llegaba lunes a lunes, se sentaba mi lado y ponía su mochila ocupando la mitad de mi espacio. Abría el bolso, sacaba el celular y marcaba cualquier número. “¡Hola, viejo perro! ¿Cómo anda compadre?... Bien, bien, acá ocupado, la ingeniería que me quita ene tiempo, y la liga… si, si vamos primeros… ¿el fin de semana?, si, bien, el carrete no más que me tiene destruido… ya compadre, ¡chau!” Y así, semana a semana, el rito se repetía; entrar raudo, saludar a dos o tres rubias delgadas, tratar de impresionar con el celular y sus historias inventadas y sentarse-echarse en la silla de al lado mío.
Hasta el lunes pasado, que después de cuatro meses de no hablarme se vio obligado a entablar diálogo. Tras hacer la rutina completa, se paró a buscar un apunte de la clase del día y, tras percatarse de que se habían terminado, volvió a su asiento : “¡Hola! Eee...perdona, eee… los apuntes…podí leer conmigo, porfa. Es que igual, tu cachai po, yo soy el ayudante, y aunque ya sé toda esta materia de memoria, por que es el segundo año que soy el ayudante, prefiero estar con los alumnos en la clases, para que después no digan que uno no se interesa por ellos” me dijo, mientras coronaba, su impecable “introducción al galán, parte 1”, con una de esas sonrisas practicadas en el espejo tantas veces que ya son premeditadas por completo.
Había parecido un tipo perfectamente atractivo a los cánones de las rubias que saludaba en intervalos de tres o cuatro minutos al entrar, hasta que abrió su boca torpemente y terminó por constatar la teoría que elucubraba hace ya algún tiempo; no existe peor pastel que el que se esmera por no parecerlo, valiéndose de técnicas tan burdas como ufanarse de ser el ayudante, nombrar la liga de fútbol o la carrera, todo para impresionar. ¡Tan seguros los pobres que la actitud de patrón de fundo es la que los hará más atractivos!…o menos patéticos.
“¿Cómo me dijiste que te llamabas?” preguntó. “No te he dicho”, respondí. Mientras las blondas pululaba alrededor del personaje en cuestión, el galancete criollo esperaba que yo respondiera algo amable, le regalara una sonrisa o le hiciera la misma pregunta… el silencio es la mejor respuesta a veces.
La segunda hora fue bastante más amena, la materia requería bastante análisis, así es que mi compañero de banco de quedó dormido.
Al terminar la sesión, y cuando ya empezaba a oscurecer, tomé mi mochila y me preparé para irme a mi casa, feliz de irme sola en la micro vacía. Un molesto ruido perturbó mi marcha hacia el paradero; era un grupo de niñas vestidas iguales que reía con fingido entusiasmo, el fan club de mi nuevo “amigo”, que lideraba la marcha hacia un auto de grandes proporciones. Se subieron todos juntos, las reservadas féminas y el musculoso chico. En seguida se prendió la radio del vehículo a todo volumen, los vidrios bajaron y el humo de un cigarro salió por la ventana. El motor se puso en marcha y, sin necesidad de todo el estruendo que hizo, el auto retrocedió ferozmente, dejando a todos quien estábamos cerca cubiertos de polvo de pies a cabeza. Los 2 auxiliares, el profesor que esperaba micro y yo nos miramos en silecio...
Definitivamente, hay pasteles que no pasan desapercibidos.
Tenía el tostado de quienes en invierno esquían y en verano van al balneario de moda, pero que jamás dejan de estar bronceados. El pelo con la clásica “pichanguera” de moda y la sonrisa perfecta que demostraba años de adolescencia bajo el yugo de los frenillos.
Llegaba lunes a lunes, se sentaba mi lado y ponía su mochila ocupando la mitad de mi espacio. Abría el bolso, sacaba el celular y marcaba cualquier número. “¡Hola, viejo perro! ¿Cómo anda compadre?... Bien, bien, acá ocupado, la ingeniería que me quita ene tiempo, y la liga… si, si vamos primeros… ¿el fin de semana?, si, bien, el carrete no más que me tiene destruido… ya compadre, ¡chau!” Y así, semana a semana, el rito se repetía; entrar raudo, saludar a dos o tres rubias delgadas, tratar de impresionar con el celular y sus historias inventadas y sentarse-echarse en la silla de al lado mío.
Hasta el lunes pasado, que después de cuatro meses de no hablarme se vio obligado a entablar diálogo. Tras hacer la rutina completa, se paró a buscar un apunte de la clase del día y, tras percatarse de que se habían terminado, volvió a su asiento : “¡Hola! Eee...perdona, eee… los apuntes…podí leer conmigo, porfa. Es que igual, tu cachai po, yo soy el ayudante, y aunque ya sé toda esta materia de memoria, por que es el segundo año que soy el ayudante, prefiero estar con los alumnos en la clases, para que después no digan que uno no se interesa por ellos” me dijo, mientras coronaba, su impecable “introducción al galán, parte 1”, con una de esas sonrisas practicadas en el espejo tantas veces que ya son premeditadas por completo.
Había parecido un tipo perfectamente atractivo a los cánones de las rubias que saludaba en intervalos de tres o cuatro minutos al entrar, hasta que abrió su boca torpemente y terminó por constatar la teoría que elucubraba hace ya algún tiempo; no existe peor pastel que el que se esmera por no parecerlo, valiéndose de técnicas tan burdas como ufanarse de ser el ayudante, nombrar la liga de fútbol o la carrera, todo para impresionar. ¡Tan seguros los pobres que la actitud de patrón de fundo es la que los hará más atractivos!…o menos patéticos.
“¿Cómo me dijiste que te llamabas?” preguntó. “No te he dicho”, respondí. Mientras las blondas pululaba alrededor del personaje en cuestión, el galancete criollo esperaba que yo respondiera algo amable, le regalara una sonrisa o le hiciera la misma pregunta… el silencio es la mejor respuesta a veces.
La segunda hora fue bastante más amena, la materia requería bastante análisis, así es que mi compañero de banco de quedó dormido.
Al terminar la sesión, y cuando ya empezaba a oscurecer, tomé mi mochila y me preparé para irme a mi casa, feliz de irme sola en la micro vacía. Un molesto ruido perturbó mi marcha hacia el paradero; era un grupo de niñas vestidas iguales que reía con fingido entusiasmo, el fan club de mi nuevo “amigo”, que lideraba la marcha hacia un auto de grandes proporciones. Se subieron todos juntos, las reservadas féminas y el musculoso chico. En seguida se prendió la radio del vehículo a todo volumen, los vidrios bajaron y el humo de un cigarro salió por la ventana. El motor se puso en marcha y, sin necesidad de todo el estruendo que hizo, el auto retrocedió ferozmente, dejando a todos quien estábamos cerca cubiertos de polvo de pies a cabeza. Los 2 auxiliares, el profesor que esperaba micro y yo nos miramos en silecio...
Definitivamente, hay pasteles que no pasan desapercibidos.
15 comentarios:
Hola de nuevo...
... no se cómo comenzar... es que... no me gustó tu post... tiene un poco de ese olor fétido a indirecta... a pesadez solapada... a resentimiento "del bueno" (que es el peor de todos)... el relato, por cierto, está impeque... un poco caricaturezco, quizás... pero... cómo decirlo... no aporta... no deja... no hace pensar... el cuento, acá, es el disfraz de la crítica... y por eso pierde calidad... perdón lo latero, pero... algo no me cuadra: si queremos pelar, pelemos!... pero así, como de medio lado, no... me explico?
besote!
Maicol
PD: además que lo esencial... lo recuerdas?... es invisible a los ojos!
mm haber teruca, senti algo de resentimiento en este texto, cm si alguna vez algún "rusio musculoso" te hubiera gustao, pero buen talvez son impresiones mías.. en todo caso me rei xq me imagine a la sitaucion
Tampoco voy a comentar mucho este post porque este cuento va como dirigido a las "féminas".
Lo único que puedo hacer es compadecer al pobre don Enrique, que terminó con polvo de la cabeza a los pies, alegando por los "pelaos" que se creen dueños del mundo.
Nos vemos!
RZ
Hola Tere!! El post es una descripcion de cierto prototipo (quiza un poco exagerado)de hombres, que me gustó, porque a mi por lo menos si me hizo pensar.
Nosé si tiene resentimiento, no creo. Mas bien lo veo como un mensaje.
Saludos!
Javiera F.
Nice choice..
Abriste tu corazón, tan lleno de ilusiones, al mundo teresilla.
Cuidado!
Que no es fácil te digo!
Los pensamientos en el nido de la imaginación son tanto más lindos que en la boca.
Pero confío en tu capacidad, que estoy segura, no va a matar la belleza de los sueños.
Lov yu
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Upsiiiiiiide Doooown
Remember?
Pero con los pies en la tierra, siempre.
Por esta vez, dos salvedades:
1. En esta oportunidad no es ficción.
2. El relato lo escribí hace por lo menos 2 años. Lo anterior para evitar suceptibilidades innecesarias. Os quiero y os amo, que viva el humor?
Un abrazo.
Tere!
Aquí va mi comment algo atrasadillo.
El primer post me gustó pero este para nada (honestidad ante todo! sorry). Ese prototipo de hombre es tan común que no le aporta nada distinto al cuento, le faltó el elemento sorpresa, creo yo.
Recuerda que te quiero! jaja
María Teresa:
¿Cuándo escribiste ese relato? Realmente está muy buen. Supongo que te inspiraste en los miles de pasteles que existen en nuestra querida universidad.
Por otra parte, no comparto con algunos lectores la idea del "resentimiento". Tal vez no se han dado cuenta del entorno en que viven o quizás son iguales.
Espero sigas deleitándonos con relatos de este tipo.
Cuidate mucho.
Ánimo
Hasta luego
PD: lo de los ayudantes es notable. Ojalá algunos de aquellos pedantes tenga acceso a este blog.
PD 2: otra característica, que se te olvidó poner, es que siempre se tocan el pelo... Pareciera que tienen piojos.
chuta, que queri que te diga po mojon, me cayo haro mas el ayudante jajajajaja. en fin. que comes que escribes asi teresita??? muy muy lindo, me gustó.
no le vi el resentimiento en ningun lado, claro que hace reflexionar.. nunca les ha dao verguenza ajena ese tipo de actitudes.. peorrr..
por suerte no contaste que al final el ayudante se pasaba un disco pare y chocaba su lindo modelito contra un fiat 600 que sale ileso, mientras el "movil" del rusio es perdida tota... fin de la popularidad.
un beso grande linda.. nos vemos mañana.
pd: hoy es el ultimo miercoles que tienes 21 años... disfrutalo.
lore pozo
bien fomeque, predecible y plano... cero brillo!
saludos,
del ANONIMO de siempre
Ja, ja, ja... Ay Anónimo de siempre!, empiezo a tomarte cariño. Uno no muy brillante, pero cariño al fin y al cabo.
Quiero leer algo tuyo, tienes algo encandilante?
SALUDos.
Me gustó el cuento, pero creo, al contrario de varias opinines, que le faltó dureza.
El cuento está bien relatado pero deja abierta la sensación de una solapada atracción a ese miserable mundo de plástico, en el cual la más pequeña gota de humanidad se esfuma entre maquetas y caricaturas de seres humanos producidos en serie.
Pero en todo caso es una buena historia tejida en los pasillos y aulas de la universidad de un tipo unineuronal que intenta entrar en diálogo contigo. Que paradoja más grande: Contigo y en la universidad...
pastelllll,como no te lleva a tu casa ,minimo creo yo,despues de aguantarle los ronquidos
minimoooo.
Igual esta buena la de "soy el ayudante" , otra cosa es que alguien se la crea pero siempre hay que premiar el ingenio.
Me adhiero y por supuesto comparto la opinion de los demas comentarios. Me quede con gusto a poco porque se que tienes el don, o no?¿?
bueno
un beso noma y su estrellita loca por ahi.
"el carrete me tiene destruido" jajajaj payasoooo
muñi
Buenisímo!!!!
Qué exelente el texto.
Saludos
No te voy a hacer un analisis, pero te confieso q no me gusto. Ayer me dijiste que leyera especialmente este, y siendo honesto, no le encontre tanta gracia. En cambio, encontre mucho mejor el que hablai de la muerte. Quedo esperando que me hagas el comentario agudo que te pedi ayer.
Gracias y nos vemos!!
PD1: Otra cosa, DEFINITIVAMENTE ayer el carrete me dejo destruido, JAJA, no es talla. ¿Un pastel?
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