martes, 11 de septiembre de 2007

Sucede en las películas... sucede en la vida real.


Esperaba punta en blanco a la llegada del metro . La fuente de ensaladas, inquieta sobre su falda, amenazaba con caerse si es que el movimiento incesante de sus pies continuaba haciéndola bailar.




No vio llegar de improviso el carro repleto. Sólo cuando estaba a punto de partir atinó a pararse, dando paso a la magistral cascada de apios y zanahorias hasta el piso negro suela, negro riel. La fuente tan preciada de la abuela, rota en 47 pedacitos muy pequeños.




" ¡Torpe!", pensó para sí. Agacharse a recoger las verduras, mitad avergonzada mitad distraida.




De pronto, junto a los tallos rebeldes, dos zapatos que se paran junto al despliegue verde-naranjo . Los ojos curiosos reclaman saber quién es el dueño... Sonrisa completa, manos cuidadas, ojos claros, voz profunda.




" ¿Te ayudo?", pregunta.


" Es apio ", responde.


" Y yo Ricardo ", y mientras lo dice, ya ha limpiado todo el desastre.


" Mrgfg..."


" Yo que tú, no me comería eso"


" Gracias...llegó el metro. Me subo... ¿ tú también?", alcanza a decir la niña antes de subirse al nuevo vagón. Ha notado que el individuo pronuncia las eses "bonito". Está frente a un español, guapo, caballero y... NO ES UN SUEÑO.




Una vez dejada en evidencia la completa falta de experiencia en "situaciones que suceden una sola vez y que te pueden cambiar el rumbo de la vida", la conversación dura 4 estaciones.




Tres chistes malos. Dos sonrisas tímidas. Un intercambio de celulares... una invitación a un café. (" Vamos cuando quieras, cualquier día es bueno para mi...si es que lo es para tí también". ¡ Lo que es saber elegir las palabra precisas, hombre!)


Tras reponerse del impacto inicial (no sabía bien si por la vergüenza del escándalo vegetal o lo inverosímil que sería relatar a sus amigas que un español aparecido de la nada con cara de comercial de dentrífico le había ayudado), debe bajarse del metro. Demora 6 minutos en darse cuenta de que se ha quedado mirando fijo como se aleja al máquina despacio con el galán de cuentos.

Mañana un café cargado con dos sacarinas y un poco de crema la espera. No habrá metros llenos de gente, apios o conversaciones cortadas.




Hay días en que se despierta con la buena estrella sobre uno.

6 comentarios:

Chemical Blogger dijo...

"Lo que es saber elegir las palabras precisas, hombre!", oh sí mujer.
Me gusta más esta filosofía, "sucede en la vida real, sucede en las películas". De lo contrario, ya estaría loco de frustración.

yo también actualicé, flaca

besos

Anónimo dijo...

Yo mejor le presentaría a Pipe Allende para que hagan volar juntos los apios!

Saludos, no te perdai!
Rz

Chemical Blogger dijo...

jaja.....buen comentario RZ...el "señor motricidad fina" Allende debería protagonizar este cuento.

jaja

Nosoytuchacha dijo...

A mi me gustaría saber cómo acaba el cuento ... ¿quedan juntos?¿no quedan juntos? Tendrás que ilustrarnos con tu tinta, o en este caso, con tus dedos.
También me gusta que me postees en mi blog jajajaja. Actualizado también.

Un besazo maja!

Marcelo dijo...

Sucede en la vida real...

Estaba en el vagón de metro, vestido con un impecable terno, preparando que es lo que diría en la entrevista de trabajo a la cual concurría.
Las estaciones pasaban mientras repetía mentalmente el listado de virtudes y habilidades que debía señalar para in buen producto ante el entrevistador.
Habían pasado ya algunas detenciones cuando su mirada se centró en ella. Hacía años que no la veía. Muchas veces la recordaba, pero no tenía claro como hacerlo.
No sabía bien si saludarla o no, no sabía si se había dado cuenta de su presencia. Tenía el dulce recuerdo de momentos pequeños compartidos, mometnos verdaderamente mágicos; pero también pequeñas desilusiones que lo hacían vacilar.
No tenía la más mínima ilusión de que su reacción fuese la correcta o más bien no sabía que esperar de ese saludo, pero de todas formas se armó de valor y se le acercó.
Ella estaba sentada en el suelo de vagón apoyada en la puerta. El se para enfrente, la toma de los hombros y al fin se encuantran las miradas que mucho tiempo estaban perdidas. Ella sonrie, la magia está de vuelta.
No hubo chistes fomes, ni frases típicas. Es más, no recuerda de lo que hablaron, solo la alegría de saber que el tiempo se detuvo mientras el tren llegaba a su destino.
Se bajaron en la misma estación y antes de tomar cada su propio tren se despidieron con un fuerte abrazo. No hubo números telefónicos, ni invitaciones a tomar café, tan solo un que te vaya bien , nos vemos. (No se como ni cuando pero nos vemos.)
Ese día, en el que todo cambió entre unas estaciones de metro, el volvió a recordar que otro mundo es posible.



Tere:
No se si para ti es tan bello como tu cuento, no se si te lo habían contado de la misma manera, pero de algo si estoy seguro:

Sucede en la vida real...

Un abrazo.
Marcelo.

Anónimo dijo...

¿Basado en hechos reales?..jajaja. Es que esta vida está llena de sorpresas y momentos inolvidables. ¿Por alguna casualidad, de esas que sí existen, te acuerdas de Pulgarcito? Buena historia ¿o no? Como para "contarla en cuentos"

Besos, nos vemos en unos minutos más

Maca